​Los lobos pueden comunicarse visualmente con una impresionante variedad de expresiones y modos, que van desde signos sutiles o ligeros movimientos, hasta expresiones más obvias como mostrar una completa sumisión rodando boca arriba.

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​Agresividad: Un lobo agresivo gruñe y eriza el pelaje. Puede agacharse, preparado para atacar si fuera necesario.
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​Caza: Un lobo que está cazando está tenso, y por tanto la cola está horizontal y recta.
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​Defensa: Un lobo defensivo aplana sus orejas contra la cabeza.
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​Dominio: Un lobo dominante permanece rígido y alto. Las orejas están erectas y hacia delante. Esta muestra hace valer el rango del lobo al resto de la manada. Un lobo dominante puede mirar fija y penetrantemente a uno sumiso, montar en sus hombros o incluso subirse a sus patas traseras.
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​Enfado: Las orejas de un lobo enfadado están erectas, así como su pelaje. Muestra los incisivos. El lobo puede asimismo arquear la espalda, atacar o gruñir.
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​Felicidad: Tal como hacen los perros, un lobo puede menear la cola si está jovial. La lengua asimismo puede sobresalir.
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​Miedo: Un lobo asustado trata de hacer que su cuerpo parezca pequeño y por lo tanto menos llamativo. Las orejas se aplanan contra la cabeza, y la cola puede ser introducida entre las patas, como un lobo sumiso. Puede gimotear o ladrar de temor, arqueando la espalda.
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​Relajación: La cola apunta hacia abajo, y el lobo puede colarse emulando a una esfinge. Cuanto más abajo esté la cola, más relajado está.
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​Sumisión (activa): Durante la sumisión activa, baja el cuerpo entero, y echa los labios y las orejas hacia atrás. En ocasiones se lame el hocico. Coloca la cola abajo, o a mitad o completamente entre las patas, y con el hocico normalmente apunta al animal más dominante. Puede tener la espalda parcialmente arqueada.
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​Sumisión (pasiva): La sumisión pasiva es más intensa que la activa. El lobo rueda boca arriba exponiendo vulnerable la garganta.
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​Suspicacia: Estrechan los ojos. La cola está recta, paralela al suelo.
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​Tensión: Puede agacharse preparado para saltar.